miércoles, 27 de agosto de 2008

¿Qué es un buen parto?

Para contestar a esta pregunta no hay que tomar como referencia la “forma” en que se desarrolla el parto. Hay que tomar como referencia cómo lo ha vivenciado la madre y, por resonancia con ella, cómo lo ha vivenciado el bebé.

La forma es importante. No cabe duda que es mejor siempre plantear un parto natural (mamífero, según definición del Dr. Michel Odent) que una cesárea programada o un parto hospitalario clásico donde un buen parto no es más que un parto rápido, con todo lo que supone de falta de intimidad, medicación, inmovilización y montaje tecnológico entre otras cosas. Pero como sabemos que las percepciones del bebé tienen como base principal las de la madre, excepcionalmente, puede ser mejor para una madre llena de miedos u obsesionada con no “sufrir”, una cesárea (mejor no programada sino cuando llegue por naturaleza el nacimiento y esperando a que el proceso de parto esté lo más adelantado posible para permitir le generación del antes comentado cóctel de hormonas). Con ello no quiero juzgar esa decisión sino pensar en lo mejor para el bebé en este caso, en que el problema sería más la desinformación, la preparación previa y la manipulación que le han llevado a esa opción, que el hecho en sí.

También puede ser obligada una cesárea en casos de peligro para la vida del bebé o de la madre, aunque desde luego no en tantas ocasiones como nos quieren hacer creer, pudiendo tomar como referencia las recomendaciones de la OMS.

¿Qué puede hacerse si no hay más remedio que efectuar la cesárea? ¿Supondrá un daño psicológico irreparable para el bebé? Desde luego que no. Sobre todo si la madre, informada y consciente de la capacidad de comunicación que tiene con su bebé, está en contacto mental y emocional continuo con él –permitiéndolo así la epidural, en que la madre mantiene la conciencia–, transmitiéndole tranquilidad, explicándole lo que sucede (sí, habéis leído bien, explicándole lo que en cada momento está sucediendo. Los bebés son capaces de percibir y entender más de lo que podemos imaginar). La calidad emocional del nacimiento dependerá también de la calidad emocional de la gestación y se asentará en las horas y días posteriores al mismo. Si añadimos el no cortar el cordón umbilical hasta que deje de latir, el colocar al bebé en el pecho de su madre (se puede hacer en algunos casos aunque sea cesárea), no interrumpir el contacto madre-bebé si no es imprescindible y el menor tiempo posible (y ahí está el padre para cogerlo en este caso), el iniciar la lactancia…éste será el mejor de los nacimientos.

Desde al Plataforma de Derechos del Nacimiento defendemos que el mejor parto para la mujer es el mejor parto también para el bebé, y es la mujer, suficientemente informada, la que debe decidir cómo dar a luz, otorgándole las posibilidades de llevarlo a cabo, sea cual sea la forma decidida. Es un derecho básico de respeto y libertad sobre el propio cuerpo. No se puede manipular, desinformar, obligar, como se hace con muchas mujeres, que quedan sin más opciones que las que pasan por el parto hospitalario típico.

Dar a luz es un acto sagrado, digno de respeto por lo que entraña en cuanto al surgimiento de una nueva vida, por lo que supone como vivencia para la madre, por lo que implica en el futuro del bebé, que es lo mismo que decir en el futuro de toda la humanidad. Al fin y al cabo los bebés de hoy serán las mujeres y hombres del mañana. Bebés, niños, en armonía lo serán también de adultos, llevando a sociedades igualmente en armonía, de las que estamos más bien faltos en la actualidad.

Ante todo, información
La gestación y el nacimiento son los hechos más importantes en la vida de las personas, tanto vivenciándolo como bebé, como siendo madres y padres. En las últimas décadas se ha tecnificado tanto la gestación y el nacimiento que se ha perdido en gran medida la oportunidad de experimentarlo con toda su carga emocional, con toda su fuerza vital.

Toda mujer tiene el derecho (y yo diría además el deber) de informarse de las diferentes posibilidades que tiene de traer a sus hij@s al mundo, de lo que supone cada una de ellas, teniendo en cuenta sus propias necesidades y las del bebé; escogiendo la que crea más adecuada a sus expectativas y deseos. Para ello, no hay más remedio muchas veces que “buscar” esa información fuera de los cauces hospitalarios y médicos usuales, tarea que facilitan grupos y asociaciones dedicados a informar, asesorar y proteger los derechos de madres y bebés
(incluidas las valiosas asociaciones de apoyo a la lactancia).

Sólo la concienciación de madres y padres de lo que supone una manera u otra de dar a luz puede hacer cambiar finalmente actitudes y protocolos irrespetuosos con las mujeres y sus bebés. Son muchas las personas dispuestas a promover este imprescindible cambio, por bien de los bebés, las madres, los padres y de toda la sociedad.

“El nacimiento es un acto sagrado, una representación en la Tierra de la Creación de la vida. Dar a Luz es un acto sublime de amor, lleno de afecto y entrega. Toda madre, todo bebé, tiene derecho a vivirlo en toda su intensidad, con toda su carga emocional. Respetando el nacimiento, respetamos al Ser Humano, respetamos la Vida y sembramos semillas para un mundo mejor.”



Fuente: Enrique Blay y retocada por ceci

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